Rómulo Del Castillo


En 1973, Rómulo Del Castillo era el auditor interno de Industrias Eléctricas y Musicales del Perú, Sociedad Anónima (IEMPSA), pero también el hombre tras el proyecto del LP Zulu. No sería raro que invertir en el Moog fuera idea suya.

Observó la facilidad con que me desenvolvía en la sala de grabaciones y la manera dinámica como iba montando los instrumentos y coros, y que muchos periodistas se pasaban la voz, incluso Guido Monteverde, pugnando por ingresar al estudio, en un afán de verme trabajando.

Un día Rómulo me preguntó de manera escrutadora y franca: "Zulu, ¿hasta dónde piensas llegar?". Y percibiendo la trascendencia de su pregunta, lo miré fijamente a los ojos y le respondí con la misma franqueza: "Hasta donde Dios quiera".

Y así fue. El día que sentí que Dios me dijo: "Hasta aquí", pues hasta allí llegué. Ni un día más, ni un día menos. Como se puede intuir por algunas de las letras de las canciones, el proyecto tenía un fuerte componente espiritual, y no estuve dispuesto a que nada me desviara, salvo Dios.

Rómulo aceptó la respuesta pensando que el cielo sería mi límite. Al poco tiempo IEMPSA puso a mi disposición un teclado Moog, que en ese tiempo se lo consideraba una novedad. Pero carecía de la opción de formar acordes. Si querías tocar un acorde, tenías que grabar cada línea melódica en una pista diferente.

Para el siglo 21, gracias a los adelantos en informática, los teclados eran reinventados a velocidad del rayo. Prácticamente quedaban obsoletos a penas se lanzaban al mercado. No sólo con la capacidad de hacer acordes, sino con una cada vez más increíble variedad de funciones. 

La nueva consola de grabaciones de 24 canales era única en el país, y el estudio tenía un hermoso piano de cola (no recuerdo la marca) y un órgano Hammond. No se necesitaba más.

Zulu nunca organizó un concierto

¿Y el concierto? En realidad, nunca pensé en un concierto en tan temprana etapa. Eso vino después de que el disco había salido. Basta con cerrar los ojos e imaginar a los músicos en escena para darse cuenta de que hubiera sido muy interesante hacer un concierto con estas canciones. Cada una tenía un ritmo y estilo completamente diferente a los que comúnmente se oían en el mercado en aquel tiempo. Casi cada tema lo hice con músicos invitados diferentes, y cada tema se sentía totalmente único en su genero.

Por ejemplo, "Laberintos" contrastaba completamente con "Si en el cielo yo viviera", y estos, con "Cariño grande", y ni qué decir de "Sana camaleón".

Al iniciar los trabajos, le había advertido a Rómulo: "Si vamos a hacer un concierto, dímelo ahora mismo para disponerlo todo con miras a una presentación apoteósica. Porque necesitaré por lo menos tres meses para ensayar hasta el mínimo detalle. Si me lo pides después, no podré hacerlo porque no voy a preparar un arroz con huevo frito para salir del paso. Si vamos a hacer un concierto, dímelo ahora". 

Como IEMPSA se chupó, nunca pensé en trabajar con miras a un concierto. Y con razón. No tenían experiencia conmigo. Yo era nuevo en el mercado. No querían arriesgarse demasiado. Por ejemplo, yo pedí para el utópico concierto un tipo de iluminación semejante al que Miguel Bosé recién usaría años después. Todo costaría caro. No es por alardear ni presumir, pero en aquel tiempo, Perú no estuvo preparado para un concierto de la naturaleza que yo tenía pensado.

Cuando el disco salió y pegó, Rómulo me llamó a su oficina y me dijo: "Pronto. ¡Hagamos el concierto!", pero lo mandé a volar. No podía prepararlo en una semana y esperar que saliera bien. No arriesgaría mi carrera con cualquier huachafada. Por eso le contesté: "Al principio te pregunté si haríamos el concierto, y me dijiste que no. Te advertí que me tomaría unos tres meses prepararlo. Hay demasiados detalles, músicos y coros envueltos". Pero, ya no dependía de Rómulo. Por eso Zulu no hizo un concierto con los temas del LP.

Pero no hay problema. Te invito a asistir a uno gratis. ¿Cómo? Te pones unos buenos audífonos o te encierras en un automóvil que tenga buenos parlantes, cierras los ojos y escuchas las canciones. Será como asistir al concierto de Zulu cuantas veces se te ocurra en la pantalla gigante de tu imaginación. Es lo más cerca que jamás estarás de escuchar el LPZulu en concierto.